miércoles, 11 de septiembre de 2024

No puedo esperar para hacerlo


Roberto, en el voluptuoso cuerpo de su hermana Elizabeth, miró a su hijo recién nacido acunado en sus brazos. La carita de la bebé se arrugó y grito ansioso por alimentarse. Pero antes de que pudiera colocar los pechos hinchados de Elizabeth cerca de la boca del infante, la curiosidad de Roberto pudo más que él. 

Su mirada se desvió hacia abajo notando las manchas de leche en las copas de la blusa de maternidad, gracias a los instintos materiales. 

Al desabotonar unos botones su miraba hacia la prominente curva de su areola y el delicado pezón rosado que pedía a gritos ser explorado. Con un aire de nerviosa anticipación, extendió la mano para ahuecar suavemente el suave montículo, sintiendo el calor que irradiaba desde el interior de la piel flexible de Elizabeth.

Sin pensarlo, Roberto atrajo hacia sus labios uno de sus senos lactantes y lambio su pezón lubricado de leche. El sabor era desconocido pero tentador, una mezcla de salinidad, dulzura y una esencia rica y cremosa que no podía identificar. Su lengua se arremolinó alrededor de la areola, saboreando el sabor. 

Succionó con más fuerza, provocando un suave jadeo de los labios de Elizabeth, ahora de Roberto. La sensación de alimentarse con su propia leche materna era extraña e increíblemente placentera. Roberto continuó chupando su seno para despues una placentera sensación sacara su otro pecho para invitarlo a la diversión. 

Perdido en la intimidad del acto, su mente dando vueltas con el tabú pero irresistible atractivo. Mientras se alimentaba, sus dedos vagaban, explorando la nueva forma de Elizabeth. Apretó y acarició sus tetas, saboreando la textura y flexibilidad de su carne. 

Solo cuando su excitación se volvió demasiado intensa, Roberto soltó a regañadientes el pezón de Elizabeth de sus labios. Jadeando levemente, miró el pecho ahora liberado, hipnotizado por el pico rosado y rígido.

Roberto, todavía sentado en la curvilínea figura de Elizabeth, miró a la niña mientras sostenía su pequeño cuerpo cerca. Sus propios pezones, ahora endurecidos, dolían por más atención. Acarició los pechos de Elizabeth nuevamente, sintiendo su suavidad y peso, maravillándose de cómo su cuerpo ahora reaccionaba con el deseo por los bienes de su propia hermana.

"Mierda, Eli, tu leche materna sabe increíble". Dijo Roberto, con voz la voz de su hermana. "Necesito más". El cuerpo de Elizabeth se estremeció ante la charla sucia, un gemido escapó de sus labios sin que nadie se lo pidiera. "Nos vamos a divertir mucho con esto, hermana. Después de alimentar al bebé, llevare esta diversion a la cama y devorare estas tetas una y otra vez". Dijo Roberto, su mano deslizándose entre los muslos de Elizabeth para ahuecar su entrepierna. 

Sintió la humedad allí, evidencia de la excitación de su propia hermana ante sus palabras y acciones. Los dedos de Roberto presionaron contra el clítoris de Elizabeth, acariciando el sensible capullo a través de la tela de sus bragas. "No puedo esperar a que el bebe se duerma poara explorar tu vuerpo hermana"

Roberto un chico de 22 añia habia intercambio de cuerpo con su sexy hermana Elizabeth, de 25, quien recién acaba de tener un bebe, para darle un descanso y se fuera de vacaciones en el cuerpo de su hermano Roberto. Justo cuando Roberto, en el cuerpo de su hermana Elizabeth, esta por amamantar al bebe decide probar el primero la leche materna de sus propias tetas, din saver que esto lo llevaría a descubrir de primera mano su fetiche por las mujeres embarazadas.

2 comentarios: