miércoles, 7 de febrero de 2024

Mi tía, mi tigre

"¡Maldita sea!, quiero decir, puedo ver ahora porque los chicos del gimnacio coquetean conmigo, tengo un cuerpo realmente atractivo. ¿Cómo lo as manejado hasta ahora?". Dijo Christina al ver su sobrino Dylan sentado en la cama usando solamente lencería.

"Sencillo, no hago más que estar en casa, probando ropa y claro masturbarme". Dijo Dylan al acariciar su figura. "Oh y si, aveces voy al gym para recibir algo de atención, ya sabes para llamar la atención". Dijo el, al acostarse en su cama. "Y obvio cuando un chico se acerca le digo que tengo novio". Sonrio Dylan para su tia.

"¿Ah si? ¿y se piede saber quién es ese galan afortunado?". Pregunto ella al acercarse tentadoramente a su viejo cuerpo.

"¿Quien mas? Tu mi tigre". Dijo Dylan seductoramente antes de ser embestido por su caliente tía y su furiosa erección.


Érase una vez, en un pequeño pueblo, vivía un chico de 18 años llamado Dylan.  Era un adolescente promedio que estaba muy enamorado de su sexy tía, Christina. Era una impresionante mujer de 32 años con curvas en todos los lugares correctos y un cuerpo que enloquecía a Dylan. Cada vez que Dylan 
 la veía, no podía evitar fantasear despierto con estar con ella. 

Pero un fatídico día, mientras veia de cerca un misterioso cristal que encontró en la calle, Dylan accidentalmente cambió de cuerpo con su su tía. Ahora, él estaba atrapado en su forma voluptuosa y ella estaba atrapada en su cuerpo adolescente. 

Confundidos y asustados, ambos intentaron descubrir qué pasó y cómo regresar. A medida que pasaban los días, Dylan comenzó a darse cuenta de las ventajas de estar en el cuerpo de su tía. Finalmente podría vivir sus fantasías más locas con ella sin que nadie se enterara. Aprovechó cada oportunidad para tocar, provocar y jugar con cada parte de su cuerpo, disfrutando de la sensación de su suave piel contra sus dedos.

Mientras Christina, en el cuerpo de Dylan, también estaba explorando sus nuevos deseos. Se sorprendió de lo mucho que disfrutaba las sensaciones qie el cuerpo de su sobrino ofrecía.  

Mientras ambos atravesaban situaciones desconocidas, su relación dio un giro que nunca esperaban. Comenzaron a desarrollar sentimientos mutuos que iban más allá de la atracción física.  Compartieron momentos íntimos juntos, aprendiendo sobre los gustos y disgustos, miedos y deseos de cada uno. 

Encontraron consuelo en los brazos del otro y la tensión sexual entre ellos no hizo más que aumentar. Un día, después de un encuentro especialmente intenso, decidieron confesarse lo que sentían el uno por el otro.  Admitieron que ya no estaban contentos con sólo estar en el cuerpo del otro, querían estar juntos para siempre. Entonces, con un nuevo amor y un cristal mágico, encontraron una manera de volver a sus cuerpos originales.  

Pero a partir de ese día, ya no eran sólo tía y sobrino. Eran amantes, almas gemelas con un cristal mágico que podían usar a su antojo para intercambiar cuerpo cada vez que quieran.

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